El chico con el corazón de acero

Decían de él que cuando pasaba por tú lado notabas frio, un frio que calaba los huesos pero yo nunca lo noté.

Decían que no sabía querer, que aventurarse a enamorarse de él era dar sin recibir, pero yo sabía que recibiría mucho más que daría.

Tan solo debía aprender, tan solo debía enseñarle, y así fue, y así pasamos la vida.

Tenía una mirada desafiante, profunda y en ocasiones reflejaba una vida entera, me miraba con cara de la vas a liar, lo sé, y no voy a saber cubrirme de ti, me vas a enredar para siempre, y yo no estoy acostumbrado a querer, no sé si quiero, no sé si sabré. Yo tenia claro que sabía, que lo haría mejor que nadie. No me equivoqué.

Él traía demasiadas cicatrices que se juntaron con las mías e hicieron un puzzle precioso que encajaba a la perfección. A veces las heridas se abrían pero ya estábamos nosotros para poner tiritas y volver a cicatrizarlas, a veces el pasado se hacía presente y dolía pero aprendimos a pasar página.

Yo supe que tenía el corazón de acero, pero hasta el acero con calor se derrite, o por lo menos se moldea. Por el contrario mi corazón era demasiado blando, fácil de entrar y de dañar, pero él nunca lo hizo, lo convirtió en un corazón fuerte mientras yo ablandaba un poco el suyo.

No fue sencillo, venía con muchas "taras" que le impedian latir con libertad, con amor, sin miedos, se cerraba si sentía más de la cuenta, y se defendía del amor. ¡¡ DEFENDERSE DEL AMOR!! ¡¡que ignorante!!

Pero lo conseguimos, el chico con el corazón de acero aprendió a querer, aprendió que el amor cura heridas, y por primera vez escuchó su latido y sonrió como solo él sabe hacerlo.

En ocasiones se disfraza de tipo duro, y yo sonrío. Idiota, pienso, si no me asustó un corazón de acero, ahora no me vengas con disfraces de falsas apariencias.

PalabrasDel23/Erika