Zarandeos de vida

Una vez escuché, leí o simplemente me lo inventé que nuestra vida está llena de “zarandeos” (palabra sacada del diccionario personal de mi madre) y que nadie se va de ella sin un par de vueltas de más, nadie. Tarde o temprano nos toca ya sea para bien o para mal.

Un día se nos cruza alguien, nos sonríe y nos provoca un huracán de sentimientos arrasando toda parte cuerda que nuestra cabeza pudiera tener, y por mucho que intentemos recuperarla esta ya no responde a nuestros estímulos, prefiere otros.

No me digáis que os vais hacer los valientes ahora y que no tenéis a nadie en mente, no me lo creo, que ya nos conocemos.

Que me decís de aquella persona que conociste que parecía tu alma gemela pero que ambos teníais vidas diferentes y tal como apareció se fue, o de ese primer amor ¿eh?..., no sabemos que tipo de huella dejó, pero sí que la dejó aunque ni de coña nos atrevamos a reconocerlo.

¿Sigo?... Ese viaje que quizás no fue el mejor de tu vida pero jamás olvidaras, aquel regalo que guardarás por los restos porque tiene un valor incalculable, ya sea por quien te lo regaló.

¿Más…? Esa amiga que conociste que se convirtió en tu almohada y en tu pañuelo de lágrimas pero un buen día desapareció, esta dejó buena marca, si ella supiera…

Me sorprende el poder que tenemos unas personas sobre otras, esa capacidad de “zarandear” tu vida y desordenarlo todo como si fuera la suya, no somos conscientes del alboroto que podemos provocar en un momento.

Yo me declaro adicta a los “zarandeos” me encanta ilusionarme por todo, aunque solo sea durante un momento, luego ya me doy de leches si es necesario, pero me encanta vivir cada momento.

Son tantas cosas lo que nos va marcando la vida, cosas tan simples a veces, pero que jamás se olvidan.

Ese primer “mama” para las que son mamas, o “papa” para ellos, creo que ese sonido se queda en el alma para los restos.

Por no hablar de ese último adiós para siempre, esa despedida que nos desgarra por dentro, y duele, duele muchísimo, y por mucho tiempo, esa huella que durara por siempre, pasará de dolor a recuerdos, pero jamás a olvido.

Un día cualquiera, que se convierte en especial simplemente porque sí, porque tocaba, y un día la vida te “zarandea” porque igual necesitabas que te recordaran que estás vivo, que no se puede pasar de puntillas y sin armar escándalo ¡joder! que si nos tienen que recordar que sea por levantar faldas al pasar, por despeinar la primavera y tirar las bolas del árbol de navidad.

Zarandeemos la vida antes de que esta lo haga con nosotros.

¡FELIZ DOMINGO!

PalabrasDel23