Deshojando Margaritas
- PalabrasDel 23/Erika
- 8 may 2015
- 3 Min. de lectura
Me quiere, no me quiere, me quiere… ¡me quiere!
Casi mi vida entera dependía de ese último pétalo, con la convicción de que decía la verdad, que si salía “me quiere” yo apostaba todo y me lanzaba, así sin más, pero si eso no sucedía… creo que deshojaba como unas veinte margaritas.

Esto hasta que creces como tres o cuatro centímetros más y le pillas el truco, pero aun así seguíamos deshojándolas aunque ya no con tanta seguridad, no con tanta confianza.
Sabíamos que dependía de nosotros el que saliera sí o no, no podíamos echarle la culpa al último pétalo.
Y es ahí cuando se nos desmorona el cuento, nos damos de frente contra la vida, contra nosotros mismos, y preferimos ver las margaritas en el campo, aprendemos que las decisiones no dependen de una flor, ni de un juego de azar, y crecemos... ¡vaya que lo hacemos! A golpes, con subidas, bajadas, idas, venidas, decisiones acertadas, otras no tanto, pero crecemos y maduramos, bueno algunos solo crecen.
¡Ojala! Las decisiones importantes dependieran de deshojar esa margarita, ¿Cuántos quebraderos de cabeza nos habríamos ahorrado? ¿Eh?

La verdad es que yo prefería ese momento del sí o el no, de todo o nada, ese momento de inocencia con el corazón a ciento cinco pulsaciones como mínimo, prefería el… ¡Me quiereeeee! gritado a pleno pulmón, corriendo con lo que queda de margarita en la mano, margarita, si es que podíamos llamarla así, que conservaba por un buen tiempo.
Prefería el “pares o el nones” “el piedra, papel o tijera” nuestra vida en manos de un juego azar, ¡que atrevidos éramos! pero si salía mal teníamos donde excusarnos.
Qué bonita inocencia que pone la vida tan sencilla, bueno realmente es sencilla, todo siempre se puede solucionar con tirar una moneda al aire, no sé vosotros pero yo me niego a perder ese momento.
Me da igual lo mayor que sea, tenga veintiséis años o noventa y ocho, creo que seguiré deshojando margaritas, esta vez no para poner en juego una decisión si no para recordar ese momento, un retroceso a mi niñez, a mi inocencia, a mi vida.
¡Nunca perdáis ese niño que llevamos dentro! Que de vez en cuando salga, que se lo juegue todo a “pares y nones” que lance esa moneda al aire o juegue al “corro de la patata” pero que salga, no le dejéis morir dentro de nosotros.
Y si no deshojar una margarita a ver que os dice…
Encontré las intrucciones para que no perdais detalle.

INSTRUCCIONES PARA DESHOJAR UNA MARGARITA:
Busque una margarita. Dé un paseo bajo el sol de abril o mayo y espere a encontrarse, en un quiebro del camino, con un bello ramo en potencia junto al verde de la orilla, y deje que las abejas y las mariposas terminen lo que estén haciendo.
Es posible que sienta la necesidad de llevar a cabo este ejercicio en pleno invierno y que le sea imposible encontrar margaritas. En ese caso debe esperar a que entre la primavera. Sea paciente y no trate de sustituir la flor por otra cosa, como por ejemplo las hojas de un best-seller o los dedos de sus manos. No desespere. Apúntelo en la agenda para más adelante, por ejemplo, en abril, el 14.
Proceda con delicadeza extrema y córtela. Tome la margarita en una mano por el tallo, con la otra mano vaya arrancando pétalos a medida que va descartando respuestas.
Cuando quede un número de pétalos lo suficientemente pequeño como para adivinar la respuesta, será el momento en que usted se hará dueño de su propio destino, y podrá, por tanto, arrancar de cada vez cuantos pétalos sean necesarios para que la respuesta le satisfaga plenamente
Una vez que conozca la respuesta querrá saber si le conviene hacer caso de ella. Para saberlo, tome otra margarita y pregúntese si debe hacer caso o no. No se preocupe, no caerá en una espiral infinita. El número de margaritas que hay en el mundo es “finito” ( Duarte manzalvos)
(Desde la niña de PalabrasDel23, espero no causar mucha repercusión y correr el riesgo de producir una extinción de margaritas)
Con cariño, PalabrasDel23
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